Jimmy Morris, un profesor de química que también ejerce como entrenador de béisbol en un instituto de Texas, se vio obligado, hace doce años, a poner fin a su carrera de “pitcher” a causa de una lesión de espalda. En la actualidad, a sus 35 años, casado y padre de familia, hace una apuesta con su equipo: si sus jugadores ganan el campeonato regional, él volverá a la competición dentro de un importante equipo nacional. Para sorpresa de todos, sus jugadores consiguen la victoria. Obligado a cumplir su parte del trato, Jimmy participa en la selección, seguro de que no va a obtener más que una dolorosa humillación. Sus lanzamientos a casi 160 km/h dejan estupefactos a los seleccionadores y le valen el ingreso en un equipo de segunda división, los Tampa Bay Devil Rays de Florida, convirtiéndose así en el “rookie” (novato) más viejo de la historia del béisbol.